Los «Osos» o «Úrsidos» son mamíferos omnívoros que se distribuyen, con algunas excepciones, por el norte de América, Europa y Asia. En la actualidad podemos diferenciar ocho grandes especies de Osos, aunque a su vez estas ocho se subdividen en muchísimas subespecies:
- Oso Polar, Ursus maritimus
- Oso Pardo, Ursus arctos
- Oso Panda, Ailuropoda melanoleuca
- Oso Negro Americano, Ursus americanus
- Oso Negro Asiático, Ursus thibetanus
- Oso de Anteojos, Tremarctos ornatus
- Oso Malayo, Helarctos malayanus
- Oso Perezoso, Bezudo o Labiado, Melursus ursinus
En España somos muy afortunados por tener en nuestros bosques y montañas del norte peninsular ejemplares de Oso Pardo. Sobreviven aproximadamente 400 ejemplares distribuidos en la actualidad entre Pirineos y La Cordillera Cantábrica.
Se trata de una especie en peligro crítico de extinción que, salvo el hombre, no tiene depredadores naturales -quizás el lobo pudiera representar ocasionalmente una amenaza para un ejemplar recién independizado-.
Sin duda les seguiremos la pista muy de cerca durante nuestras propuestas viajeras «Ruta Quebrantaquesos» y «Otoño por Babia y Somiedo«.
Además, «La Cámara Viajera» organizará viajes temáticos para fotografiar al Oso Pardo en lugares con gran densidad osera y dotados con las mejores infraestructuras, como Eslovenia y Finlandia.
Ursus arctos arctos
El Oso Pardo Europeo (Ursus arctos arctos) es una subespecie del Oso Pardo (Ursus arctos) propia del continente europeo que se extiende desde la Península Ibérica hasta Rusia.
Existen dos líneas genéticas bien diferenciadas del Oso Pardo Europeo: la oriental y la occidental.
Las poblaciones viables de Oso Pardo se concentran en el norte y este europeo: Eslovenia, Serbia, Eslovaquia, Rumanía, Polonia, Ucrania, Letonia, Estonia, Rusia, Finlandia y Suecia.
En el centro y sur continental, Austria, Francia e Italia han llevado a cabo diferentes proyectos para la reintroducción del oso pardo en Alpes y Pirineos. En estas áreas se extinguieron en décadas recientes sus últimos ejemplares autóctonos y en otras zonas de campeo sobreviven los últimos ejemplares gracias al excepcional trabajo que realizan organizaciones como la Fundación Oso Pardo, con la que te animamos a colaborar en la protección de la especie y de su hábitat.
Identificación
- Oso Pardo Europeo (Ursus arctos arctos).
- Mamífero omnívoro de gran tamaño.
- Pelaje de color muy variable: marrón muy oscuro, casi negro, marrones claros tirando a dorado, incluso tonos grisáceos… pero hay un patrón que se repite con frecuencia en nuestros osos cantábricos: patas oscuras, cara pardo-amarillenta, flancos grisáceos y cuartos traseros de tonos marrones más oscuros.
- El pelaje se «muda» una vez al año, en la época estival.
- Las crías -llamados habitualmente oseznos o «esbardos»– suelen presentar en el cuello una especie de collar de tonos claros que acostumbra a desaparecer con la edad, aunque puede quedar algún resto visible en su pelaje de adulto.
- Comportamiento solitario y crepuscular. Es una especie de difícil observación por su extraordinaria área de campeo en terrenos abruptos y por sus discretos hábitos. Los indicios habituales para detectar su presencia son: huellas en zonas húmedas y embarradas, excrementos, pelos en alambres de espino que rodean prados y cultivos, marcas en árboles realizadas por machos para marcar su territorio, ramas rotas en frutales, grandes piedras volteadas en la búsqueda de insectos, daños en colmenas y algún ataque esporádico en explotaciones ganaderas.
- Los ejemplares adultos que campean por el norte de la península ibérica miden entre 1,5 y 2 metros de longitud desde el hocico hasta la cola.
- Altura en cruz: 0,90 cm – 1 metro.
- Peso: entre 115-150 kg los machos, entre 80-90 kg las hembras. Las crías pesan al nacer escasos 300-350 gramos.
- En libertad viven de media entre 25 y 30 años.
- Tienen una vista «mediocre», aunque lo compensan con un oído «finísimo» y un olfato excelente.
- De aspecto fortachón, no hay que considerarlo como una especie lenta: en distancias cortas supera los 50 kilómetros por hora. Es además un ágil trepador y un buen nadador.
- ¿Sabes por qué se les llama «Plantígrados»? El motivo es que es una especie habituada a erguirse sobre sus patas traseras para alcanzar frutos en los árboles, para rascarse y aliviarse de los insectos en la corteza de árboles o para otear el horizonte cuando su fino oído le pone en alerta.
Alimentación
Su dentadura nos da pistas de ser un auténtico «todoterreno»: incisivos cortantes, colmillos puntiagudos bien afilados y potentes muelas.
Los incisivos los utiliza a diario para cortar brotes, hierbas, frutos y vegetales de todo tipo. Un ejemplar adulto puede comer más de 10 kilos de vegetales diariamente.
Con los colmillos desgarra la carne de cualquier carroña que se encuentre por el bosque, aunque tampoco hace «ascos» a crías de cérvidos, especialmente de corzo.
Las muelas las utiliza para triturar alimentos sólidos: carne, insectos -le chiflan las hormigas-, bellotas, hayucos, castañas, avellanas, escuernacabras, arándanos, moras, frambuesas, cerezas, manzanas, ciruelas y otros frutos del bosque.
Le vuelve loco la miel, de ahí que habitualmente produzca daños considerables en colmenas. Nuestros ancestros diseñaron una solución para dificultarle el acceso a las colmenas: «Los Cortines».
Solamente cuando el hambre «aprieta» se arriesga a atacar ganado doméstico: fundamentalmente ovejas y cabras, aunque también se conocen casos aislados de ataques a terneros, vacas y caballos.
Ciclo reproductor
El Oso Pardo es un animal promiscuo, un macho adulto puede cortejar a varias hembras durante la misma temporada. El vínculo de la pareja dura solamente unos días en los que el macho corteja con tesón hasta que la hembra se muestra receptiva y le permite copular. Posteriormente, los machos no colaboran en absoluto en la cría y protección de sus oseznos.
Las osas también son muy promiscuas y aprovechan los escasos diez días que les dura el celo para copular con varios machos como un mecanismo para proteger a sus crías de futuros episodios «infanticidas». De hecho, diferentes resultados de estudios genéticos demuestran la existencia de camadas de paternidad múltiple.
El celo tiene lugar en primavera, mientras que el parto se produce en la oscuridad y frialdad de la osera durante el siguiente invierno, normalmente en enero. Durante el período de hibernación y en la seguridad de cuevas naturales o artificialmente excavadas suelen venir al mundo entre uno y tres esbardos.
Al nacer pesan escasos 300 gramos, son ciegos, no tienen pelo y necesitan de los mimos y cuidados de su mamá para salir durante las primeras semanas. Tardan un mes en abrir los ojos y en apenas dos meses empiezan a dar sus primeros pasitos por el interior de la osera.
La familia al completo abandona su escondrijo en primavera, durante el mes de abril, si bien el cambio climático está modificando estos hábitos e incluso en inviernos templados los períodos de hibernación se están acortando y es probable que acaben por desaparecer.
Durante las semanas posteriores al abandono de la osera, la hembra se muestra muy atenta a la cercanía de machos con «malas intenciones». El infanticidio es un comportamiento observado en esta especie que consiste en que el macho da muerte a las crías del año con el objetivo de que la hembra quede de nuevo en «celo» y pueda aparearse otra vez.
Los oseznos permanecerán con su madre aproximadamente año y medio, por lo que las hembras —en el mejor de los casos— suelen quedarse preñadas cada dos años. Maman hasta que se independizan, pero a partir de los seis meses de edad ingieren sobre todo alimento sólido y ganan peso rápidamente, hasta alcanzar 20 o 25 kilos al cumplir el año.
Tras ser abandonados por la madre al verano siguiente al de su nacimiento, los hermanos suelen permanecer juntos unos meses más antes de separarse de forma definitiva y comenzar la vida solitaria de adulto.
Una hembra de Oso Pardo suele sacar adelante entre 4 y 6 camadas a lo largo de su vida. A partir de los veinte años da por finalizada su vida reproductiva.
Distribución
En España tenemos la suerte de disfrutar de la especie en dos áreas diferentes: Cordillera Cantábrica y Pirineos.
En la Cordillera Cantábrica los ejemplares de oso pardo se encuentran en las CCAA de Asturias, Castilla y León (León y Palencia), Cantabria y Galicia (Lugo y Orense).
La población cantábrica fue reduciéndose hasta finales del siglo XX, pero a mediados de la década de los años noventa comenzó un periodo de recuperación que se mantiene en la actualidad. En esta zona del norte peninsular, la población cantábrica de osos se encuentra dividida en dos subpoblaciones: la occidental y la oriental.
La subpoblación occidental se extiende desde los Ancares lucenses y leoneses hasta llegar a la zona central de la cordillera entre León y Asturias. La Fundación Oso Pardo estimó en 2018 una población para esta subpoblación de aproximadamente 280 ejemplares.
La subpoblación oriental se distribuye por la montaña palentina, la montaña oriental leonesa y los montes cántabros de Campoo de Suso, Polaciones, Liébana y el oriente de Asturias. La estimación en 2018 de la Fundación Oso Pardo cifraba esta población en unos 50-60 ejemplares.
Estas dos subpoblaciones cantábricas están separadas por una franja de 60 a 80 kilómetros que se conoce como el «Corredor Interpoblacional». Hasta principios del siglo XXI, los osos de ambos núcleos estaban casi completamente aislados y no había intercambio genético. Pero el incremento poblacional y la mejora de los corredores de fauna silvestre han beneficiado el restablecimiento de la comunicación entre ambos núcleos.
En 2008 se detectó en el sector oriental a los primeros osos “híbridos” -de padre occidental y madre oriental- y en la actualidad el trasiego de machos al menos desde el occidente al oriente parece habitual, lo que está acabando con el problema del aislamiento genético de la especie en la zona.
En los últimos años, se han venido realizando censos anuales de osas con crías que han permitido constatar la recuperación de la especie después de décadas de declive continuado. En el 2015 se localizaba un mínimo seguro de 40 osas con 64 crías. En 2017, se detectaron 41 osas, 35 en el núcleo occidental y seis en el oriental, con un total de 73 crías. Esta evolución subraya la buena situación y el crecimiento de la población cantábrica.
En Pirineos, con la muerte en 2004 de «Cannelle«, la última osa autóctona de los Pirineos, la población original que contaba con 200 osos a comienzos del siglo XX podía darse virtualmente por extinguida, pues los pocos ejemplares supervivientes eran todos machos.
Los osos que actualmente viven y pueden ser avistados en Pirineos son ejemplares reintroducidos de origen esloveno procedentes de cuatro sueltas:
La primera suelta de dos hembras y un macho fue realizada en Francia en los años 1996 y1997.
En la segunda, también en Francia, se reintrodujeron en Pirineos cuatro hembras y un macho en 2006
En la tercera, se liberó un macho adulto en 2016 en el Pirineo catalán.
Y finalmente en 2018 se liberaron dos hembras de nuevo en Francia, esta vez en el Pirineo occidental que tan solo contaba con dos ejemplares macho.
La buena adaptación de los ejemplares reintroducidos y su reproducción en territorio pirenaico han ido incrementando el número de osos que habitan en ambas vertientes de Pirineos. En 2019 se estimó una población pirenaica de aproximadamente 50 osos.
Los valles pirenaicos de la vertiente española a los que el oso pardo tiene una mayor querencia son el Valle del Roncal (Navarra), Valles de Ansó y Hecho (Huesca) y los bosques leridanos del Val d’Aran, Pallars Sobirà y Parque Natural del Alto Pirineo. Por esta última zona se tienen actualmente localizadas dos osas con crías.
Teniendo en cuenta los censos de 2018 y la buena evolución de la especie, salvo algunos tristes episodios recientes, la población de Oso Pardo en la Península Ibérica debe rondar aproximadamente los 400 ejemplares en el año 2020.
Hábitat
Si los dos grandes núcleos de población se distribuyen entre la Cordillera Cantábrica y Pirineos, puedes fácilmente adivinar cuál es su entorno favorito. Normalmente eligen zonas tranquilas en bosques bien conservados -hayedos y robledales- y zonas escarpadas de montaña.
En el área cantábrica su hábitat preferido es el de bosque de hayas, robles y abedules, praderías y pastizales, matorral de brezos y piornos, arandaneras y roquedos. Se mueve habitualmente entre los 1.100 y los 1.800 metros de altitud, por encima de las áreas de intensa actividad agrícola y ganadera y por debajo de la zona subalpina.
En Pirineos habitan entre los 1.300 y los 1.800 metros de altitud. Frecuentan bosques maduros de hayas, abedules, abetos o pinos negros. También utilizan las formaciones subalpinas de matorral, los pastizales y los herbazales húmedos.
Los osos pardos necesitan amplios territorios para vivir, aunque la edad y el sexo condicionan el uso y área de campeo. En las hembras reproductoras suele ser de pocas decenas de kilómetros cuadrados, mientras que los machos se mueven y marcan un territorio mucho más extenso, especialmente en época de celo.
Junto con la pérdida de su hábitat debido a incendios forestales y reducción de la superficie de nuestros bosques, las amenazas más severas para la especie son la caza furtiva, trampas y lazos, uso de venenos y la construcción de infraestructuras -por ejemplo, autovías como la de León-Oviedo- que dificultan la comunicación y reproducción entre los ejemplares que habitan en diferentes subpoblaciones.
La hibernación
Durante el otoño los osos consumen grandes cantidades de alimentos de elevado valor calórico, incrementando su capa de grasa para aguantar su largo reposo invernal normalmente en pequeñas cuevas naturales: su época de hibernación.
Fisiológicamente esta especie de «siesta osera de larga duración» consiste en un estado de «letargo» invernal que hace descender su ritmo cardiaco desde 40-50 hasta unas 10 pulsaciones por minuto. Su ritmo respiratorio baja a la mitad y la temperatura corporal se reduce en 4 o 5 grados para disminuir el gasto energético.
El oso deja durante varios meses de comer, beber, defecar y orinar y mantiene las constantes funcionales gracias a la energía proporcionada por las reservas grasas acumuladas en otoño: bellotas, hayucos, castañas, nueces y avellanas son básicas para ganar peso y acumular energía.
Este largo período de letargo viene precedido por la búsqueda de una cueva apropiada para su descanso y de su acondicionamiento con una cama de hierbas y ramillas donde la hembra traerá al mundo durante el mes de enero entre una y tres crías.
En la Cordillera Cantábrica, casi el 80% de las oseras se encuentran en cuevas naturales y el 20% restante son excavadas por la hembra en el suelo. Para la ubicación de sus escondrijos invernales, los osos eligen lugares de vegetación densa, casi impenetrable y laderas de muy difícil acceso.
Debido fundamentalmente al cambio climático, algunos ejemplares de osos cantábricos no hibernan o tienen un «sueño invernal» muy corto. Para algunas osas con crías, permanecer activas durante inviernos suaves con temperaturas templadas y abundante comida puede ser más rentable energéticamente que hibernar.
Infanticidio
Las siguientes imágenes fueron grabadas entre mayo y primeros días de julio de 2020 por una patrulla de la Fundación Oso Pardo. El 20 de mayo se detectó la presencia de una hembra con su osezno del año en las montañas occidentales de Asturias.
Durante varios días un gran macho persiguió a la hembra, que protegió a su cría dirigiéndola a un terreno muy escarpado.
Tras defender en varios intentos a su cría del ataque del macho en lo alto de un roquedo, la hembra finalmente perdió la vida en un duro combate con el macho infanticida.
Durante los primeros días de junio el macho se alimentó de la carroña de la hembra, mientras el osezno permanecía vivo en un precipicio cercano a donde no pudo acceder el macho.
Dramático acontecimiento reciente que no hizo sino confirmar que en nuestros días siguen produciéndose casos de infanticidio en nuestras montañas cantábricas, último refugio de más de 350 ejemplares de Oso Pardo.
Viajes fotográficos
Todas las fotografías que has podido disfrutar en esta entrada las tomamos en junio de 2018 en Eslovenia. Realmente fueron momentos inolvidables, de esos que recordarás para siempre. Durante tres tardes consecutivas fotografiamos diferentes ejemplares de Oso Pardo completamente salvajes en medio de densos bosques en la frontera con Croacia.
Próximamente, cuando los efectos de la covid19 desaparezcan y las autoridades sanitarias lo permitan, organizaremos viajes a Eslovenia y Finlandia en pequeños grupos con el único objetivo de fotografiar de forma segura y en las mejores condiciones a esta esquiva especie.
Durante este tipo de experiencias diseñadas a medida por «La Cámara Viajera» nos acompañarás a excelentes localizaciones para observar a ejemplares completamente libres de la especie en su hábitat. Lo realizaremos durante la primavera tardía -mes de junio- en Eslovenia y a finales del mes de agosto o principios de septiembre en Finlandia, aprovechando sus fondos otoñales.
Si estás interesado en este tipo de viaje fotográfico de fauna y quieres que contemos contigo para nuestras primeras expediciones en 2021/2022, por favor, ponte en contacto con nosotros.
¿Por qué no le echas un vistazo a nuestra propuesta para fotografiar a grandes machos de Oso Pardo en Finlandia?
Si te ha resultado de interés esta entrada sobre el Oso Pardo, te agradeceríamos que la compartas a través de tus perfiles en RRSS y por supuesto que animes a tus seguidores para que se suscriban a nuestra Newsletter «El Camarote» y estén puntualmente informados de los «viajes fotográficos de fauna» de «La Cámara Viajera».