Si me preguntasen con qué momento me quedaría de todos los vividos en la naturaleza no tendría ninguna duda: la primera vez que fotografié un ejemplar adulto de Águila Real. La fotografía de fauna es una disciplina que te regala momentos de esos que no se olvidan.
Mientras escribo estas líneas «se me ponen los pelos como escarpias» solamente al recordar aquel momento. La fotografía de fauna una experiencia vital que recomiendo a todo el mundo.
He coincidido con compañer@s de hide que se han presentado a la sesión sin cámara: fueron solamente dispuestos a vivir el encuentro con la especie, sentir la emoción de tenerla tan cerquita e incluso en algún caso a dibujarla con papel y lápiz.
Si, por ejemplo, tienes la fortuna a escasos metros frente a ti de presenciar una pelea de “Su Alteza Real” con «el Sabio Zorro», ya ni te cuento. Son de esos momentos que te guardas para ti y para siempre, sensaciones únicas que son difíciles de describir con palabras. Es un privilegio estar ahí en ese momento.

Siempre recordaba desde bien pequeñito aquellas imágenes en blanco y negro de uno de los míticos capítulos de “El Hombre y La Tierra”, en las que un Águila Real enfilaba valle abajo con una cría de muflón entre sus afiladas zarpas.
Era para mí un sueño poder vivir momentos similares a aquellos que nos regaló en su día el gran Félix Rodríguez de la Fuente, y tras varios años de viajes, senderos, esperas y hides en la mejor compañía, momentos como ese y muchos otros se hicieron realidad gracias a la fotografía de fauna.
Sin embargo, hay que dejar claro que la fotografía de fauna -sobre todo las grandes especies– no es tarea sencilla. También existen muchos días de largas esperas, frío o calor y decepciones. Hay que conocer muy bien al animal, sus costumbres, su hábitat, su ciclo reproductor y muchos pequeños detalles para determinar donde y cuando disfrutar de buenas oportunidades para disfrutar de la fotografía de fauna.
Por defecto, la mayoría de las especies no toleran la presencia del hombre. Huyen en cuanto nos detectan, en la mayoría de las veces mucho antes que nosotros las podamos avistar.
Dejando al margen la fotografía de fauna que podamos realizar en fincas privadas, zoos, reservas y similares -siempre que hagamos fotos en esas condiciones deberíamos informar que las mismas se hicieron en condiciones controladas-, básicamente existen dos técnicas para acercarnos a los animales salvajes.
El rececho
La primera técnica en fotografía de fauna es “el rececho”. Básicamente consiste en “campear” la zona donde la especie tenga querencia natural a dejarse ver, posarse, alimentarse, reproducirse.
Requiere de mucho tiempo y de un enorme esfuerzo físico y, por tanto, el equipo fotográfico que nos acompañase en dicha actividad debería ser lo más ligero posible.
Mis mejores experiencias han sido recechos de Rebecos en Picos de Europa, Cabras Montesas en la Sierra de Guadarrama y Muflones y Sarrios en Val Nuriá (Pirineos).
Lo más bonito del rececho es que te integras en el hábitat del animal, te acercas de forma muy lenta y pausada, sin movimientos bruscos y dando pequeños rodeos, ganándote poquito a poco su confianza, así como respetando la distancia de seguridad que muchas veces los animales te van marcando.
Todo depende de la especie y muchas veces de la temporada. Hay individuos o especies más confiados, y otros mucho más huidizos para la fotografía de fauna.
Recuerdo una mañana en Val Nuriá donde -después de varias horas siguiendo a media ladera a un rebaño de rebecos a una distancia prudencial y ganarme su confianza- me sentí como uno más del grupo, sentándome en el suelo a escasos metros de ellos. Para mí, es la fotografía de fauna pura.
Te parecerá increíble, pero en esa situación en la montaña eres capaz de detectar la personalidad de muchos de los ejemplares que tienes frente a ti: observas como una hembra cuida de su chivo del año, como un macho te observa y viene hacia a ti emitiendo una especie de bufido y golpeando el suelo en señal de advertencia para que no te acerques más al grupo, de pronto tendrás al lado dos cabritillos jugueteando de forma inconsciente…o varios integrantes más del rebaño que pasan por delante de ti para juntarse con el resto del grupo.
En la fotografía de fauna lo fundamental es la paciencia y moverte de forma cómoda, pausada y ligera, alejándote de vez en cuando de la especie y acercándote después muy poco a poco. Prefiero dejar espacio en la mochila para agua, fruta, chocolatinas, un bocata y algo de ropa que ir cargado con un equipo pesado.
Con el cuerpo de tu cámara y un 300mm f4 ligero y estabilizado, con o sin teleconversor, tendrás la herramienta principal para “retratar” todo lo que se te vaya poniendo por delante: marmotas, verderones serranos, sarrios, muflones, buitres. No llevo para fotografía de fauna recechando a la especie ni trípode, ni monopie, para tener una mayor libertad de movimientos.
El monopie puede ser una buena opción si los recechos los realizas a primerísima hora de la mañana o bien a última hora de la tarde, en condiciones donde escasea la luz. Para el resto del día, probablemente no los necesites si tu equipo es ligero y tienes un buen pulso.
En la mayoría de las ocasiones las especies recelan y no te dan ni la mínima oportunidad. Otras, un tropezón o un movimiento brusco, estropean toda la mañana de acercamiento y tu fotografía de fauna soñada de esa especie que deseas se va al traste en segundos.
Eso sí, disfrutar del paisaje, el bocata y el ejercicio físico siempre merecen la pena. Y el día que consigues “la foto”, te vas tan contento a casa. Es una fotografía de fauna bien currada.
Fotografía de fauna desde hide
La técnica que mejores resultados ofrece, sin lugar a dudas, es la fotografía de fauna desde un escondite o “Hide”.
Si tienes la suerte de tener una segunda residencia en un pueblo alejado de la ciudad con un patio, o bien una pequeña parcela en el campo, es bastante sencillo acoplar a una caseta de madera prefabricada un “cristal espía” (desde dentro de la caseta tú verás a los animales, pero ellos desde fuera no te verán) y con aportes de semillas atraer a un comedero con diferentes posaderos a pequeñas aves e incluso ardillas.
Tendrás a escasos metros tuyos a variados protagonistas que te harán disfrutar durante largas jornadas de la fotografía de fauna.
La construcción de pequeños estanques o bebederos también da buenos frutos con una cuidada fotografía de fauna en la que tendrá gran protagonismo los reflejos en el agua y fondos perfectamente estudiados. Es una opción sencilla y económica que te permitirá “matar el gusanillo” de una forma doméstica que suele dar muy buenos frutos.
Construirte en plena naturaleza un hide con telas de camuflaje, ramas, troncos y otros materiales conlleva un esfuerzo y pericia extra. Necesitarás además un tiempo prudencial para que la especie se acostumbre a la presencia de ese “chamizo” prefabricado en medio de su hábitat y no recele de su existencia. Es la opción que más valor y satisfacción personal te aportará por haber conseguido “hacer” esa especie.
Durante los últimos años se han creado muchas empresas de fotografía de fauna bien gestionadas por biólogos, conservacionistas, amantes de la naturaleza y de la fotografía a lo largo de todo el territorio nacional que te permiten realizar sesiones fotográficas de pago desde hides permanentes perfectamente tolerados por las especies.
Ellos se han encargado durante meses, a veces años, del seguimiento de las especies, fototrampeo de los individuos para conocer sus zonas de paso, realización de aportes adicionales de comida, el estudio de todos sus movimientos, querencias, épocas, horarios y las tienen bastante controladas.
Las probabilidades de que la especie aparezca por el hide son muy buenas, aunque siempre debemos tener en cuenta que son especies salvajes y su presencia no está garantizada.
La oferta va desde pequeños hides para fotografía de paseriformes (jilgueros, verderones, herrerillos, petirrojos….a los que de vez en cuando se suman gratas sorpresas como ardillas, pájaros carpinteros o gavilanes), hasta construcciones con baño, camas literas y cómodos puestos para 4 o 5 fotógrafos con el objetivo de acercarte a grandes especies y en las mejores condiciones de luz: grandes águilas (real, imperial, perdicera), quebrantahuesos, urogallo, lince, oso pardo, etc…
En uno de estos escondrijos, en el Pirineo Leridano, disfruté de mi primera experiencia en la fotografía de fauna salvaje: una “carroñada”, donde tuve la posibilidad de fotografiar en la misma jornada centenares de buitres leonados peleándose por despojos de cordero, dos parejas de buitres negros, media docena de alimoches, milano real, dos ejemplares de zorro y unos veinte ejemplares diferentes de Quebrantahuesos, especie en peligro de extinción, de todas las edades y plumajes posibles.
Fueron casi diez horas de frenética actividad. Es realmente una experiencia totalmente recomendable que debes disfrutar al menos una vez en tu vida, seas o no aficionado a la fotografía de fauna.
Ahora bien, cuando te pones en las manos de profesionales que conocen la especie a la perfección y tienen cuidada la infraestructura para que solamente tengas que preocuparte de disfrutar de la experiencia de fotografía de fauna, te puedo asegurar que muy probablemente no lo hagas una sola vez, sino que corres serio peligro de que “quedes enganchado” para siempre.
Lo ideal por supuesto es conseguir todo esto por ti mismo: buscar la especie, seguirla durante semanas o meses sin ponerla en peligro (menos aún en época de cría), conocer sus movimientos, sus posaderos, sus rutinas, valorar si te acepta, la distancia que te permite acercarte, fabricarte tú mismo el escondrijo, que la especie se acostumbre a él y finalmente hacer la foto de ese individuo en ese lugar tal y como la has meditado y la has soñado tanto tiempo.
Esa satisfacción es brutal. Hay especies que se consiguen con paciencia y duro trabajo. Y hay otras donde es realmente complejo, por no decir imposible, salvo que te pongas en las mejores manos.
Para finalizar, recordar a todos que será siempre prioritario la protección de la especie en cualquier sesión de fotografía de fauna. No se la molestará de ninguna forma, especialmente en época de cría. Siempre debes acatar todas las recomendaciones e instrucciones del guía, manteniéndote en todo momento dentro del hide hasta recibir las oportunas instrucciones.
Equipo
En cuanto al equipo recomendado para fotografía de fauna dependerá de si la sesión se va a realizar desde un hide, o si por el contrario vamos a cargar con el equipo todo el día mientras campeamos por el monte para recechar la especie.
Para una sesión de hide el equipo recomendado estaría formado por: trípode, cámara con buen disparo en ráfaga (mínimo 5 o 6 fotogramas por segundo, si se acerca a las 10 fotos por segundo sería fantástico), teleobjetivo fijo 300mm/400mm o superior, o bien un tele-zoom 80-400mm que nos brinda gran versatilidad en cuanto a focales, teleconversor 1.4, además de tarjetas de memoria y baterías suficientes para la sesión.
Las cámaras con recorte (AFS-C / DX) y buen disparo en ráfaga como la Nikon D500 son una garantía para estas jornadas. Un 300mm montado sobre una cámara como la D500 equivale a una focal de 450mm sin el uso de teleconversor alguno.
El guía te informará del punto de encuentro, horario de entrada al hide y horario de salida, distancia habitual para las fotografías de la especie y focales recomendadas. Desde el momento de la entrada hasta el horario de salida no está permitido salir del hide (arruinaríamos el trabajo de años con la especie).
Hay que llevar ropa adecuada para pasar la jornada de fotografía de fauna en función de la época del año y estar dispuesto a pasar con buen ánimo y humor largas esperas, frío riguroso en invierno o calor sofocante en el verano. Nunca pasé tanto calor en mi vida como en un hide de abubilla en el mes de Junio.
Importante conocer si el hide dispone de baño químico o no. El guía nos dará recomendaciones al respecto. Las jornadas pueden ser de media sesión (tarde o mañana), o día entero, en función de la especie. Pero te puedo asegurar una cosa: ocho horas en un hide esperando a esa especie con la que has soñado tantas veces, se pasan bastante más rápido que ocho horas en la oficina.
Y la noche anterior a la tan esperada sesión de fotografía de fauna sentirás ese gusanillo en tu estómago, esa sensación de nerviosismo del bueno…para mí es similar a la noche del 5 al 6 de Enero. Todo lo que te espera es muy emocionante, ya me contarás.
Configuración
Respecto a la configuración de la cámara, para fotografía de fauna te recomendamos:
- Utilizar el modo de enfoque continuo (AF-C). Tu cámara estará enfocando de forma continua al animal mientras se mueve.
- Modo de disparo: ráfaga de alta velocidad (te permite captar varios fotogramas por segundo).
- Medición de la luz: puntual (para mí es la más precisa).
- Uso de área de enfoque dinámica de 9 o 21 puntos (aquí hay mucho debate; prueba varias áreas de enfoque y valora los resultados obtenidos).
- Diafragma totalmente abierto (f2.8 o f4) que nos permita seleccionar altas velocidades de obturación (ideal entre 1/4000 y 1/8000) y obtener fondos desenfocados.
- Uso disociado del botón del enfoque vs botón de disparo: enfocarás mantenido pulsado un botón con el dedo pulgar y dispararás con el índice pulsando otro botón diferente al del enfoque (sin perder foco mientras tu pulgar mantenga pulsado el otro botón, el del enfoque).
- Limitar el nivel de ISO para que tenga como tope por arriba un nivel que tu cámara soporte dignamente (en mi caso, dependiendo de la luz que haya en la sesión y la hora, lo dejo en AUTO con límite en 800 o 1.600 ISO). Si hay excelentes condiciones de luz, se reduce a ISO 400 o inferior. Pero siempre debes tener posibilidades de disparar a alta velocidad para asegurarte que la toma no quede trepidada, especialmente en las primeras horas (amanecer) o en las últimas (atardecer).
- Normalmente se dispara en modo manual (M) si estás habituado para forzar aperturas de diafragma muy abiertas y velocidades rápidas, o bien modo semiautomático fijando diafragma (A) o velocidad (S). Depende mucho de la especie, comportamiento y luz existente. En cualquier caso debes conocer tu equipo para cambiar los parámetros de forma ágil y precisa.
Si nos vamos de rececho, hay que ir mucho más ligerito al campo. Estaremos muchas horas caminando y habrá que llevar ropa, comida, bebida…
Mi lente preferida para fotografía de fauna mediante rececho de la especie es la última versión estabilizada del Nikkor 300mm f4 PF VR, que pesa escasos 750 gramos. Te permite disparar a pulso a altas velocidades obteniendo muy buenos resultados. Y el tamaño es muy similar al de un 24-70mm.
Personalmente me incomoda bastante llevar trípode o monópode para sesiones donde tenga previsto realizar recorridos de muchos kilómetros de campeo. Doy prioridad a ir cómodo, ligero y disparar a pulso con garantías para aprovechar cualquier oportunidad que se me presente.
Para especies que no te permitan acercarte demasiado, un accesorio que cobra gran importancia «a monte abierto» –a cambio de sacrificar un poquito de calidad- sería el uso de un teleconversor 1.4x. Convierte una focal de 300mm en un 420mm, mejorando el “zoom” o acercamiento a la especie en tus capturas.
Y sobre una cámara de sensor con recorte tipo APS-C el combo 300mm f4 y TC1.4 equivale a una focal de 630mm (300×1.4×1.5), proporcionándote un acercamiento óptimo a la especie objetivo.
Existen teleconversores 1.7x e incluso 2.0x con los que ampliar la focal de tu objetivo zoom aún de forma más potente, pero sinceramente creo que la calidad ya merma demasiado y no merece la pena. En todo caso, la combinación 300mm f4 + tc1.4iii sí que creo merece la pena para caminar por el monte con una combinación ligera y de calidad.
De cualquier forma, ya sea mediante el uso de hide o mediante rececho, te animo a disfrutar de la naturaleza y de la fotografía de fauna, respetando siempre a las especies y en las mejores condiciones de seguridad para no molestarlas, especialmente en época de celo o cría.
Viajes fotográficos de fauna
“La Cámara Viajera” organiza viajes nacionales e internacionales para que puedas fotografiar desde “hide” en las mejores condiciones a las especies más emblemáticas: Oso Pardo, Lince Ibérico, Águila Real, Águila Imperial, Quebrantahuesos.
Si te apetece pasar unos días en la mejor compañía, formando parte de un reducidísimo grupo de amantes de la naturaleza, fotografía y fauna, diseñándolo todo con gran cariño para que tus sueños con esa especie en concreto se conviertan en realidad, por favor no dudes en contactar con nosotros para ir conformando los grupos.
Siempre os recomendaremos las mejores fechas y localizaciones en función de la especie.
La Cámara Viajera es especialista en organizar escapadas personalizadas y viajes temáticos de pocos días para pequeños grupos con el único objetivo de pasar buenos ratos fotografiando esa especie que te hace especial ilusión.
Convertiremos tu sueño en realidad: disfruta de la fotografía de fauna, una experiencia brutal e inolvidable.
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Organizamos viajes personalizados, individualizados o en pequeños grupos, dependiendo de las infraestructuras disponibles, del comportamiento de la especie y de las mejores fechas que nos ofrezcan óptimas posibilidades de avistamientos y oportunidades fotográficas.